La respuesta rápida y
concreta es un rotundo SÍ! Ahora bien, no será fácil ni rápido, pero hacia allá
vamos, tarea que nos compete a todos y principalmente a las nuevas generaciones.
Desde que apareció la
propiedad privada sobre los medios de producción (hace 10 mil años
aproximadamente) la humanidad entera se ha visto envuelta en una serie de guerras,
invasiones, masacres, rebeliones, revoluciones, crímenes, estafas, corrupción,
juicios, tribunales y cárceles. Es la lucha despiadada por la sobrevivencia y
la reproducción, pues todos (as) queremos de una forma u otra vivir bien y
dejar nuestra descendencia en este mundo.
El problema viene
cuando esa sobrevivencia y reproducción se la realiza de una forma caótica,
egoísta, irracional, como actualmente se está dando en todo el mundo.
La sociedad entera se
halla envuelta en una serie de grandes contradicciones. El derecho y los
tribunales tratan de conciliar dichas controversias, pero no lo hacen como un
ente imparcial o al margen de las clases sociales, sino siempre inclinándose
hacia el grupo que más poder tiene, ya sea económico o político.
Sin embargo, este
modelo fracasa una y otra vez. A lo largo del tiempo vemos desfilar por los
palacios de gobierno a uno y otro presidente que en su tiempo de campaña
prometían el oro y el cielo a sus votantes, y que luego, tan pronto como
llegaron al poder, no sólo que no cumplieron lo ofrecido o lo hicieron de forma
mediocre, sino que se enriquecen de formas muy corruptas y escandalosas.
Igualmente muchas
leyes son letra muerta o sólo se aplican a conveniencia de ciertos sectores.
¿Nos extraña tanto esto? Pues no, así ha sido desde las civilizaciones
sumerias, egipcios, griegos, romanos,…hasta las repúblicas y los gobiernos de
nuestros días, y coincidencialmente en todas estas civilizaciones y sociedades
existió/existe la propiedad privada sobre los medios de producción.
La propiedad privada
en sí no es mala, pero aquella que es fruto del trabajo y méritos propios, y
que cumple una función social. No aquella que es producto de la explotación
laboral, los ilícitos, la corrupción, el latrocinio público, las guerras de opresión.
Pese a este panorama
complejo, un sector de la intelectualidad tenemos optimismo. El conocimiento,
la investigación, confieren un gran poder y sabiduría para comprender el
devenir histórico. A pesar de todo, la humanidad camina hacia una época de
grandes cambios, no se trata de meses o un par de años, serán varias décadas,
pero el camino es inevitable.
Está en nuestra
esencia genética y natural el ser altruistas, la cooperación, el apoyo mutuo,
ser gregarios, vivir en tribus, en comunidades. Si no, simplemente nos hubiéramos
extinguido hace 50 mil años cuando evolucionamos al Homo Sapiens y vivíamos en
las cavernas, rodeados de bestias salvajes, peligros y un clima adverso.
El apoyo mutuo, el
trabajo en equipo nos permitieron sobrevivir y reproducirnos en comunidad. Después
vino la propiedad privada de las tierras, bosques, instrumentos de trabajo, personas…y
lo demás es historia conocida.
El círculo se va
cerrando, el sistema comienza a romperse por todas partes. No es la naturaleza
ni el ser humano quienes están en crisis, sino un sistema ultra-egoísta,
mercantilista, monopólico el que ya casi no resiste más. Tiempo más, tiempo
menos. Para entonces, los intelectuales progresistas, los abogados en nuestro
caso, debemos poner nuestro conocimiento, habilidades sociales y técnicas al
servicio de las grandes causas sociales, para construir una nueva sociedad
donde realmente brille la convivencia, con armonía y justicia.
Abg. Nicolás
Gualle
ASESOR
JURÍDICO
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